En el nombre de Dios...

Estoy convencida que existe un Dios, porque lo he sentido, porque lo veo en la fe de la gente, porque la energía es palpable y eso, es Dios. También me queda claro que a lo que llamamos omnipotente, es un invento de la humanidad, en resumen, sin nosotros no hay Dios.

Esto me lleva a pensar el por qué la gente “castiga” en nombre de él. Qué derecho tienen de juzgar las actuaciones de los demás en base a reglas impuestas por alguien más. Un todopoderoso no requiere de nosotros para hacer su trabajo, porque se supone que él sólo puede castigarnos ¿no? y, tal vez eso está haciendo (hablando en el sentido figurado). Creo que su castigo es intentar comprendernos uno a uno; la intolerancia y la deshonestidad de nuestro ser. No hablo de un bien y un mal, ¿eso quién lo puede jactar? Es totalmente ambiguo pensar en las conductas ideales de otros seres vivos.

A favor de los "justicieros” está la sociedad y la cultura, bien o mal, estamos regidos por conductas establecidas desde la existencia de la humanidad. Entonces ¿las reglas son naturales? Pienso que sí, en otras palabras son inherentes a la especia humana y, por ende son parte fundamental de cualquier raza en cuestión.

A la vista de nuestros ojos lo que hacen muchas religiones a lo ancho del mundo es inaceptable, pero cómo juzgar un “hecho natural” como las reglas implementadas dentro de una sociedad. Es el extremo al que no debemos llegar, sino creeríamos en el mismo juego del absolutismo irracional de estos pueblos. El extremo del bien, es el otro punto del mal.

Aisha de 18 años de edad.

Qué pensarían de lo que hablo miles de mujeres asesinadas, maltratadas, humilladas y mutiladas como Bibi Snawbar, Aisha o Sakineh Mohamadi-Ashtiani, por citar algunos de los casos más recientes y conocidos en el mundo. Pero cuántas mujeres no han tenido voz en lo que les ha sucedido. Ellas no tuvieran la oportunidad de escoger donde nacer, como vivir o en qué creer.